Lanthimos triunfa en Venecia con una distopía conspiranoica y una Emma Stone "extraterrestre"
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Nunca se está preparado para una nueva película de Yorgos Lanthimos, y Bugonia no podría ser una excepción. El temerario director griego en esto de hacer cine, de paso amado, respetado y premiado en Hollywood, opta por el León de Oro en la Mostra de Venecia con una comedia negra de ciencia ficción arriesgada, sangrienta, corrosiva, hipnótica.
La complicidad de Emma Stone con Lanthimos esta vez le ha llevado a asumir el rol de Michelle, una CEO de altísimo nivel y gran poder en el área de la tecnología que es secuestrada por Teddy (Jesse Plemons), un seguidor de teorías conspiratorias que cree firmemente que ella es una extraterrestre proveniente de la galaxia Andrómeda, cuya intención es destruir nuestro planeta. La única oportunidad para detenerla será en unos pocos días cuando se produzca un eclipse lunar.
Estamos ante un artefacto explosivo con varias particularidades: se trata de un remake del filme surcoreano Save the Green Planet!, escrito y dirigido por Jang Joon-Hwam en 2003; además, es la primera vez que Lanthimos se embarca en un proyecto que han echado a andar terceros, en este caso capitaneado por el cineasta Ari Aster (Midsommar, Eddington), y con guion de Will Tracy (conocido por El menú y la serie El régimen).
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Lo asombroso es que Lanthimos hace absolutamente suya esta historia que muy bien podría haber creado él. En lo narrativo Bugonia dialoga con Langosta (2015) y hasta con Canino (2009), mientras que en sus partes digamos más tarantinescas (ese tipo de violencia que tanto le gusta al bueno de Quentin…), recuerda a El sacrificio de un ciervo sagrado (2017). Yorgos mantiene pues su distintiva línea cinematográfica, y con los diálogos de Tracy, alcanza lo sublime.
Otra particularidad de esta nueva entrega de Lanthimos es que abandona la colectividad de Pobres criaturas (ganadora del León de Oro en 2023) y Kinds of Kindness (estrenada en Cannes el año pasado, donde fue premiado Plemons) para centrarse básicamente en dos personajes, el de Emma y Jesse.
No cabe dudas de que Stone con esa Michelle encumbrada en sus Lauboutin y con su férrea rutina de yoga, máscara LED de luz roja y jiu jitsu, así como Plemons con ese apicultor, en apariencia paranoico, que amasa un plan de venganza y justicia social, salen de Venecia catapultados a la carrera de premios. Se puede decir que Bugonia deja más que un buen sabor de boca, a pesar de que en el fondo nos recuerde que estamos al borde del colapso.
Se puede decir que 'Bugonia' deja más que un buen sabor de boca, a pesar de que en el fondo nos recuerde que estamos al borde del colapso
“Por desgracia no todo lo que se narra en la película es una distopía”, afirmaba Yorgos Lanthimos en el encuentro con la prensa internacional en Venecia, para acto seguido enumerar algunos temas (que sin pudor se le pueden llamar también ‘males’) que están muy presentes en nuestras vidas: la tecnología, la inteligencia artificial, las guerras, el cambio climático, y claro “la negación de todo eso”, expuso el cineasta acompañado por Stone, Plemons, el guionista Will Tracy, y sus otros cómplices: el director de fotografía Robbie Ryan y el compositor Jerskin Fendrix.
Bordeando el abismo del infame espoiler, a final de Bugonia, cuando se escuchan solamente a los insectos, animales y el viento, el significado antiguo del término ‘bugonia’ (generación espontánea de la vida), deja al menos un hálito de esperanza entre tanta estupidez y vanidad humana.
Palestina y SorrentinoAlgo engaña el aspecto de impenetrable glamorosa burbuja de una cita como el Festival de Cine de Venecia. La guerra en la franja de Gaza que ya lleva un saldo ingente de muertes de civiles, no se puede obviar por muy lejana que nos parezca. Así lo apuntó el movimiento Venice4Palestine con una carta abierta publicada días antes del inicio del festival, firmada por cientos de personas pertenecientes a la industria audiovisual tanto de Italia como de otros países; además de la convocatoria a ciertas actividades durante estos días festivaleros.
Si bien la Mostra ha respondido a las protestas, no le ha retirado la invitación a nadie, afirmaba el director artístico Alberto Barbera; sin embargo la actriz israelí Gal Gadot, que como parte del elenco de la película de Julian Schnabel (En las manos de Dante), figuraba entre las muchas estrellas convidadas, se dio de baja por iniciativa propia.
En un clima de evidente crispación política y de preocupación mundial, el cineasta Alexander Payne, quien funge como presidente del jurado de la sección oficial, consideró no estar lo suficientemente preparado para dar su opinión al respecto.
Paolo Sorrentino, jugando en su territorio, inauguró esta 82 edición con la magnífica 'La Grazia'
Que vino a Venecia a ver y juzgar películas, no para hablar de la actualidad política, afirmó el oscarizado director de Nebraska y Los que se quedan en la rueda de prensa horas antes de la gala inaugural, cuando aún los obreros daban los últimos martillazos y desenrollaban la alfombra roja en la entrada de la Sala Grande del Palazzo del Cinema. Payne quedó mal parado. Lo que se traduce como una vela menos en el altar cinéfilo.
A pesar de los nubarrones (los climáticos y los producidos por Payne), el primer día de la Mostra no se vio opacado, más bien brilló gracias al italiano Paolo Sorrentino, quien jugando en su territorio, inauguró esta 82ª edición con la magnífica La Grazia, una película de la cual no se sabía casi nada hasta su primera proyección en horas de la mañana.
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El director de La gran belleza (2013) y Fue la mano de Dios (2021) vuelve a convocar al inmenso Toni Servillo para protagonizar la historia de un modélico presidente de la República italiana a punto de dejar el mandato. Sorrentino sin miedo a apoyarse en el humor en momentos certeros, con su ya característica mordacidad, explora el poder, la ética y la duda de un hombre que se enfrenta al dilema moral de darle luz verde a la ley de eutanasia en un país megacatólico, y a concederle el indulto a dos reos que han asesinado por diferentes razones. Sorrentino, como cineasta, está en su mejor momento, y lanza una película que deja mucho poso de reflexión, risas, además de excelentes actuaciones.
La noche inaugural de esta edición también se aprovechó para concederle el León de Oro Honorífico al cineasta alemán Werner Herzog. Se nos quedó en la retina - y con una sensación de preocupación - la estampa de Francis Ford Coppola, recién operado en Roma, caminando tambaleante por la alfombra roja del brazo de su amigo Werner, a quien le entregó el galardón.
El Confidencial